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Edwin Fernández, gran amigo y hermano


Tres palabras vienen a mi mente cuando recuerdo a Edwin comenta Igor Améstegui:

“Discípulo, colega y amigo”.


Y es que estas palabras precisamente nos permiten conocer un poco más la vida de nuestro hermano Edwin.


Discípulo: En el año de 1985 en las aulas universitarias en la Universidad de San Simón de

Cochabamba, a través del ministerio estudiantil Comunidad Cristianas Universitaria (CCU), Edwin tuvo una experiencia con Jesús que le cambió la vida. Con pasión y entrega, los jóvenes de la CCU le compartieron el significado de seguir a Jesús. Desde entonces, él dio inicio a su formación en la vida cristiana y, bajo el cuidado del movimiento estudiantil, fue aprendiendo a amar a Dios y al prójimo. Después de un tiempo, lo nombraron líder de una célula de estudio bíblico. Lideró a nivel departamental y ocupó un cargo en el Comité Ejecutivo Nacional.



Mientras finaliza sus estudios escuchó el llamado del Señor en el año de 1987 para trabajar

en su obra, esto sucedió en una comunidad de la provincia de Chapare donde realizaba prácticas de cuidado animal y vegetal. Estando en la casa de un comunario, el

lugareño mencionó que estaba muy triste al ver embarazada a su hija mayor, sin saber quién era el progenitor. Además de no recibir noticias de su hijo mayor, quien nunca retornó después de irse al cuartel. Los hijos menores estaban desesperados por irse a la ciudad Entonces, Edwin escuchó las siguientes preguntas de aquel padre de familia: ¿Qué sentido tiene todo esto? ¿Cuál es el propósito de mi vida? ¿Por qué suceden estas cosas? Interrogantes a las que como agrónomo no pudo responder en ese instante.


Fueron estas y otras preguntas que inquietarona Edwin a servir al prójimo. En 1991 se inscribió al Seminario Teológico Bautista En el primer año fue nombrado pastor de una congregación, “privilegio” que sólo correspondía a los de cuarto año.

El cuenta que fueron años gloriosos, vio crecer un grupo de jóvenes que

comenzó con tres personas y al terminar la tercera gestión tuvieron 60.


Al finalizar su preparación teológica, quiso proseguir con los cursos de licenciatura en teología. Sin embargo, un pastor mayor, Arturo Nacho, animó a los pastores recién egresados a ir al campo misionero, pisar terreno firme y adquirir experiencias en la vida real. A partir de esa experiencia, definirían las herramientas necesarias para el futuro, pero también pensando en el énfasis que tendría la tesis para la ansiada licenciatura, periodo que comprendió en los años de 1996 al 2000.


En estos cuatro años Edwin decidió formar un hogar con una hermana de la iglesia, Felicidad Chacón. Quien fue su esposa y compañera de toda la vida, de su matrimonio tuvo dos hijas,Tania y Belén. Ese mismo año Dios llevó a Edwin a trabajar como facilitador de desarrollo rural a través de la ONG Visión Mundial Bolivia, en la provincia Tiraque, ubicada a 60 km. de la ciudad de Cochabamba. En ese lugar trabajó, estudió y aprendió a hablar quechua, un reto poco difícil, ya que su lengua materna es aymara. Trabajó 12 años con más de 2,700 niños y niñas , 31 comunidades rurales, 15 clubes de madres y 26 organizaciones de varones compartiendo la buena noticia.


Colega: En los últimos años de su ministerio, Edwin recibió el desafío de su amigo y mentor Igor Améstegui para participar en el proceso de formación en las Escuelitas de predicadores de Langham Bolivia. Una vez terminados los tres niveles de Predicación Expositiva, se le presentó el desafío de abrir nuevas Escuelitas. Tras caminar tres años con estos grupos, el reto de Langham fue más grande y los participantes de las Escuelitas lo asumieron al aceptar ser facilitadores.


"Como compañero en la misión Edwin fue un hombre servicial, sencillo, alegre, con un sentido de la vida solidaria y comunitaria y un profundo amor por la exposición bíblica" menciona Eduardo Vega, coordinador nacional de Langham Ecuador.

Lo que nunca pasó por la mente de Edwin fue ocupar el cargo de coordinador nacional en Langham y trabajar apoyando a las escuelitas de predicadores, recorriendo a lo largo y ancho de Bolivia, llevando el mensaje transformador del Evangelio a comunidades indígenas, grandes ciudades, áreas rurales, iglesias, seminarios y centros de entrenamiento misionero transcultural.

Edwin solía decir: “Cuando visitó las zonas rurales me encuentro con hermanos que están haciendo sus Escuelitas. Allá lejos, donde todavía no llegan los autos y es necesario caminar largos trechos“.

Algunos de sus sueños más próximos era visitar al pueblo mapuche en Temuco, Chile, y al pueblo gunadule en Panamá. Tenía una fuerte pasión por las comunidades originarias del Abya Yala. Aunque no pudo cumplir estos sueños, sabemos que su legado y pasión inspira a seguir trabajando por una vida llena de justicia y plenitud en América. Este compromiso apasionado era visible cuando exponía la Biblia, ya que su sentido del humor contagiaba el ambiente mientas predicaba.


Edwin tenía un don especial. Sus exposiciones bíblicas eran profundas y llenas de gracia. Una de las formas como Dios se manifestaba a través de su vida era invitándonos a reír y, a través de la risa, nos desafiaba a seguir el camino de Jesús. Su amor hacia Jesús lo expresó muy bien siendo un buen esposo, padre y amigo.


Por eso no podemos terminar la nota sin hacer énfasis de esta parte. Edwin fue un amigo que escuchaba y comunicaba desde el corazón. Igor nos cuenta que en medio de tantos viajes, dentro y fuera de Bolivia, ellos tuvieron conversaciones muy profundas y honestas.

“Cuan agradecido estoy al Señor por el regalo de su vida y cuán profundo es el vacío que deja en mi” recuerda con nostalgia Igor Améstegui.

Su vida fue un regalo para muchos(as) de nosotros(as), nos duele su partida, pero agradecemos a Dios por su vida y por la esperanza que tenemos en la resurrección.

A Dios damos gracias por el testimonio fiel de nuestro hermano.


( Historia compartida por Langham Bolivia y adaptada por Jocabed R. Solano Miselis).



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