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Reflexión sobre el aislamiento, o cuarentena, durante la Semana santa

Queridos amigos,

Estas son semanas extraordinarias para toda la gente alrededor del mundo. Además del boletín de oración que sale cada lunes, hemos decidido mandar un segundo boletín, cada jueves, con un mensaje de ánimo de parte de nuestros líderes de Langham predicación. Hace unas semanas, Dwi Maria compartió con nosotros sobre un Viaje de sanidad. Esta semana Jennifer Cuthbertson reflexiona sobre estar en aislamiento, o cuarentena, durante la Semana santa.


Esta Semana santa, otra vez leeremos y escucharemos estas palabras en nuestros devocionales y desde el púlpito (aunque este año, sea un púlpito “virtual”): “Como a las tres de la tarde, Jesús gritó con fuerza: Elí, Elí, ¿lama sabactani? (que significa: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”) (Mateo 27:46)

Mi padre murió hace unos años. Tuve el privilegio de estar a su lado para hablar con él, recibir a todos los que llegaban a visitarlo, orar y guardar vigilia a lado de su cama mientras él silenciosamente iba a la presencia del Señor. Juntos, mis hermanos y yo, planeamos su funeral, dimos la bienvenida y fuimos rodeados por amigos y familiares, compartimos recuerdos, reímos, lloramos y nos despedimos. Mi papá no estuvo aislado ni olvidado – y tampoco ninguno de nosotros.

La semana pasada, mi amiga Helen perdió a su mamá. Debido a su autoaislamiento, Helen, su hermana y su madre no tuvieron la misma experiencia reconfortante que tuvo mi familia. Ahora el funeral debe ser pospuesto. Incluso ocasiones sagradas como la muerte, los funerales y nuestros rituales de duelo están siendo alterados.

La experiencia de la familia de Helen es solo un ejemplo de cómo el aislamiento impacta al pueblo de Dios. Los más vulnerable entre nosotros – los enfermos crónicos, las personas con discapacidad, los pobres, las viudas y los huérfanos, los encarcelados y los que sufren abusos - los que ya están más aislados y abandonados en nuestras sociedades ahora se han convertido en los más susceptibles a las enfermedades durante esta crisis pandémica.

Jesús, separado del Padre, sufrió un verdadero abandono en nuestro nombre. Como beneficiarios de tal asombrosa gracia, ¿Cómo podemos amar y cuidar a los más vulnerables en este tiempo? ¿Lo haremos?

Vigila entonces, querido Señor, con quienes trabajan, cuidan o lloran este día. Encarga a tus ángeles el cuidado de quienes están solos. Atiende a los enfermos, bríndales descanso a los agotados, bendice a los moribundos, alivia el sufrimiento, consuela a los que lloran, y protege a los que se regocijan en tu bondad por causa de tu amor.

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