En todo el mundo, los comentadores están prediciendo que una vez que COVID-19 llegué a su punto máximo, la vida no volverá a ser la misma. Es difícil no estar de acuerdo. Este ha sido un tiempo devastador y desorientador, para todos nosotros. COVID-19 no discrimina; esa es la única cosa buena que podemos decir de él. Realmente nos está uniendo a todos.
Cuando los astronautas entraron en órbita por primera vez, experimentaron el llamado “efecto de visión general”. Ver todo el planeta en una sola mirada los transforma: la fragilidad de la vida en el “pálido punto azul” es obvio, las fronteras de los países se vuelven irrelevantes. Me pregunto si algo parecido sucede como resultado del COVID-19. Todos estamos en el mismo bote.
Pero, me sigo preguntado: ¿Qué ha cambiado? Aquí es donde el “efecto de visión general” de la Biblia es crucial. Miren algunas cosas que dice acerca de “todos nosotros”:
“Los seres humanos son como la hierba, su belleza es como la flor del campo. La hierba se seca y la flor se marchita.” (1 Pedro 1:24). Este es el mundo de COVID-19 – somos vulnerables y frágiles, como siempre lo hemos sido. Si esto no humilla a un mundo arrogante y autosuficiente, no sé qué lo hará.
¡Él es quien hace los nubarrones y envía los aguaceros! ¡Él es quien da a todo hombre la hierba del campo! (Zacarías 10:1) Los teólogos hablan de la generosidad de Dios al mundo entero como una “gracia común”. Y él lo estuvo haciendo desde el Edén.
No debemos ser ociosos. Él involucra a su gente como agentes de su gracia. “Por lo tanto, siempre que tengamos la oportunidad, hagamos bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe.” (Gálatas 6:10)
Cuando uno comienza a buscar qué es común para toda la gente en la Biblia, encontramos que la mayoría de los textos hace referencia al potencial de la relación de la humanidad con Dios. Esta es su gracia “especial”, expresada en el Pacto con Abraham – pero también en los profetas, como en Isaías: “Sobre este monte, el Señor Todopoderoso preparará para todos los pueblos un banquete de manjares especiales, un banquete de vinos añejos, de manjares especiales y de selectos vinos añejos.” (Isaías 25:6)
Las implicaciones de todo esto son infinitas. Pero, al menos, significa que tenemos un trabajo por hacer: “Anuncien su gloria entre las naciones, y sus maravillas a todos los pueblos. (1 Crónicas 16:24)
Pero, sobre todo, el “efecto de visión general” de la Biblia nos llevan al plan universal de Dios, Jesús mismo. Esta debe ser uno de los pasajes más emocionantes de todos. Esto se refiere, después de todo, al hombre que se ensució los pies en las orillas del río Jordán:
“Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito[a] de toda creación, porque por medio de él fueron creadas todas las cosas en el cielo y en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos, poderes, principados o autoridades:todo ha sido creado por medio de él y para él. Él es anterior a todas las cosas, que por medio de él forman un todo coherente.
Él es la cabeza del cuerpo, que es la iglesia. Él es el principio, el primogénito de la resurrección, para ser en todo el primero.Porque a Dios le agradó habitar en él con toda su plenitud y, por medio de él, reconciliar consigo todas las cosas, tanto las que están en la tierra como las que están en el cielo, haciendo la paz mediante la sangre que derramó en la cruz.” (Colosenses 1:15-20)
Así que, no hay nada – lo repito, nada – que esté fuera de sus manos o por encima de él. NADA. Él es el Señor de todos, Señor de Señores. Así que preguntó de nuevo: ¿Qué ha cambiado? Bueno, ¿en el gran esquema de las cosas? ¡Nada!
Mark Meynell es graduado de la Universidad de Cambridge, director asociado de Langham Predicación, es ministro ordenado de la iglesia de Inglaterra, fue miembro ordenado del equipo ministerial senior de All Souls Church, Langham Place, Londres. Trabajó en educación teológica, como el ministerio estudiantil en el Reino Unido. Mark y su esposa, Raquel, tienen dos hijos. Autor de varios libros.
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