Queridos amigos,
Gracias por su apoyo en oración para el trabajo de Langham Predicación alrededor del mundo. Esta semana incluimos a dos países de los más afectados por el COVID-19 de los lugares que trabajamos, Haití y Kenia:
Haití: Estamos agradecidos con Guenson Charlot, el coordinador del Movimiento de predicación en Haití, por ponernos al día de la situación en su país:
En las últimas dos semanas los casos de COVID-19 se han triplicado. Cada parte del país ahora está afectada. El escepticismo de la gente frente a la gestión del gobierno de la situación y la necesidad de la gente de salir cada día para obtener la comida diaria, con un sistema de salud inexistente, abre las puertas al COVID-19 para crear una crisis humanitaria sin precedentes en el país. Tememos que el hambre pueda ser más devastador que el COVID-19. Esta realidad hace que muchas personas crean que lleguemos a un tiempo que sea prácticamente imposible vivir en Haití, si Dios no interviene por nosotros.
Por favor oren con nosotros. Sentimos que todas nuestras opciones están por agotarse. Nuestros recursos se están gastando rápidamente. Nuestra resiliencia y fortaleza como pueblo están siendo probadas al límite. Sentimos que nuestra vida está colgando de un hilo. Oremos por la iglesia, que Dios nos brinde sabiduría para saber cómo responder a esta situación. Oremos para que el Señor use esta situación para dirigir a toda la nación hacía Él.
En muchas ocasiones, la Biblia guarda varias situaciones donde el pueblo de Dios se enfrenta a circunstancias que fueron humanamente imposibles de resolver (Éxodo 13-14). Pero Dios apareció, demostró su poder y gloria al hacer lo imposible. Esta es nuestra esperanza. Recibimos consuelo al saber que: “bueno es el Señor; es refugio en el día de la angustia, y protector de los que en él confían.” (Nahúm 1:7) y creemos que Él es capaz de “hacer algo nuevo. Ya está sucediendo, ¿no se dan cuenta? Estoy abriendo un camino en el desierto, y ríos en lugares desolados.” (Isaías 43:19)
Kenia: Mercy ireri es nuestra coordinadora regional para el Este de África y ella nos pone al día de la situación en su país:
Esto fue lo que se dijo una semana después del registro del primer caso positivo en el país: “Si nos comportamos con normalidad, esta enfermedad nos tratará anormalmente. Actuar con normalidad bajo estas circunstancias es como tener un deseo de muerte”. (Ministro de Salud, 22 de marzo). El gobierno mandó directivas para ayudarnos a no actuar con normalidad, con el fin de bajar el esparcimiento del virus. Estaos directivas han interrumpido nuestra vida social, económica, religiosa y política.
Una de las historias que ha estado en los labios de muchos kenianos es de una viuda de la Costa. Cuando ya no podía ganar dinero de realizar trabajo doméstico para poner comida en el plato de sus ocho hijos, ella escogió hervir piedras para hacerles creer a sus hijos que estaba cocinando algo. Eventualmente, los niños fueron a dormir con los estómagos vacíos. Después, en una discusión sobre el aumento de violencia de género en la familia, un psicólogo forense recientemente observó que perdimos todo un estilo de vida, especialmente para nosotros en África que valoramos tanto a la comunidad. En respuesta a esta pérdida repentina, hay un duelo masivo en nuestra sociedad, resultando en el incremento de violencia.
Con nuestro aislamiento de la calidez de nuestra hermandad cristiana, seguido con el cierre de todos los lugares de alabanza (y con mucha gente sin poder acceder a los servicios en línea), y con nuestra ansiedad de no saber cuándo el virus acabará, mi oración es que sepamos del cuidado de Dios en cada forma posible durante esta crisis. A pesar que estos son tiempos tan inciertos, ponemos nuestra esperanza en el Dios que no cambia en quien podemos confiar, cuyos caminos son certeros y se mantiene el control.
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